domingo, febrero 19, 2006

Tebeos por cuatro duros.

Estaba distrayendo la ociosidad de este domingo por la mañana colocando un poco las estanterias de mi habitación, cuando di con unos cuantos tebeos que tenía apartados, en concreto un par de What If y dos números de Alpha Flight,el 22 y el 24, los dos únicos que he tenido de esta colección.
Como sabreis, son esos dos números en los cuales se narra el crossover por tierras Asgardianas con La Patrulla-X, un clásico entre los clásicos.
Ojeándolos por alto, aparte de la trama , se me vino a la cabeza como había conseguido ese par de tebeos.
Y, pensando pensando, me he dado cuenta de que quizá esos dos comics, junto con el nº 25 Forum del Vol I de La Patrulla-X sean los primeros que conseguí por mis propios medios.
Y eso es lo que quería contaros.

En mi pueblo, mil veces lo he repetido ya, no existían librerias o kioskos donde comprar tebeos, más allá del estanco, donde se vendían algunos vetustos ejemplares de Mortadelo, pero de esos yo ya tenía bastantes en casa.
Por lo tanto, a la edad de 8 o 10 años, cuando habia que "bajar" a Oviedo, siempre por algún motivo especial y concreto, para mi era todo un acontecimiento.
Entre la enorme cantidad de cosas que se veían en aquellos viajes, una de mis preferidas era quedarme mirando los espectacularmente bien surtidos escaparates de los quioscos.
De sobra sabía que no iba a comprarme nada, mis recursos económicos eran nulos, pues en mi casa nunca se estiló eso de la "paga" semanal ni zarandajas por el estilo, ni falta que hacía, que en un pueblo uno sale de casa y ya tiene todo lo necesario para ser feliz sin gastarse un duro, pero la fascinación estaba en ver la de cosas bonitas que aparecían en los expositores.
Una parada obligada en las visitas a la gran ciudad era el mercado de El Fontán, acompañado de mi padre, madre o abuela y si acaso de mi hermano, pero era raro que bajásemos los dos a la vez.
El Fontán es el mercado diario de Oviedo, situado en el casco antiguo de la ciudad, en las inmediaciones de la catedral.
En las callejuelas de esa zona, se situan diariamente los puestos de venta callejera, como en cualquier ciudad, en los que podemos encontrar desde unos alicates hasta la mas fina lenceria, un ramo de flores o un par de madreñas. Los domingos, y en la misma zona, se celebra un rastro, centrado mas bien en antiguedades y cosas por el estilo, entre las que también se incluyen libros, discos, etc.
Y, entre todos los puestos de El Fontán, esperaba con ansiedad el momento en que mi padre y yo nos dirigíamos al de una señora, Estrella, que se dedicaba al cambio de libros, tebeos y revistas
NOTA: a mis tiernos 8 años yo no me refería a los comics como tebeos, la palabra usada era "cuentos", de hecho todavía a día de hoy la utilizo "en la intimidad".

El puesto de Estrella estaba formado por una serie de cajas a modo de mostrador, en las cuales exponía su mercancía.Esta consistía en las mas diversas variantes de literatura impresa: desde números atrasados del Hola o el Lecturas, hasta libros, novelas, etc.
Mi padre, impenitente lector de novelas de Marcial Lafuente Estefanía, llevaba una enorme bolsa de dichas novelitas para cambiar cada vez que pasábamos por Oviedo.
Creo recordar que el precio del cambio por aquel entonces era de 5 pesetas, con lo que con 40 duros llevaba material para por lo menos dos o tres meses.
Cuando ya llebaba una buena temporada haciendo cambios, mi padre tuvo que empezar a "marcar", normalmente firmando una de las contraportadas, dichas novelitas, para no volver a pillarlas. Lo que siempre me asombró es que sea capaz de recordar si la ha leido o no, porque... recordar semejantes argumentos e historias y distinguirlas, cuando a mi todas me parecen iguales, ya tiene narices, ya.
Bueno, al tema.
Yo, por mi parte, acudía ansioso con unos cuantos tebeos, porque allí, amigos mios, había tebeos de otro tipo que no eran los Mortadelos y los Zipi Zapes.
Y es que estos ya los tenía mas leidos que las etiquetas del champú del baño (si, se que vosotros tambien las leeis).
Tebeos RARISIMOS, algunos, incluso, en blanco y negro, pero otros, de colorines, con protagonistas que lanzaban rayos por las manos, volaban etc etc y que parecían ser los mismos que los de aquellos tomos tan sosos, como novelotas grandes, que tenía mi padre y que no es que me hiciesen mucha gracia, pero que al menos se entretenía uno coloreándolos con las plastidecor.
Así fué como llegaron a mis manos los Alpha Flight 22 y 24 y el Patrulla-X 25.
Y el cacao que me monté yo con aqullos tres cuentos fue de órdago.
Vamos a ver.
En los Alpha aparecía, debajo y en pequeñito, el título "La Patrulla-X" y , encima, los protagonistas de esta colección también estaban en el interior.
"Bueno, es que será la misma colección, ¿si no porqué lo van a poner?", me decía yo, en la santa inocencia del desconocedor de algo tan complejo como un crossover.
Vamos, que me leía el 22 y el 24 de los Alpha y, bendita inocencia, pasaba al 25 de Patrulla-X para ver como seguía la cosa y.... ¿¿ pero que coño era eso??.
La historia no tenía nada que ver, ni por el forro se continuaba.
En el número 25 de P-X Lobezno decía que se iba a casar con una japonesa, y me dejaba sin saber que había pasado con aquel planeta tan bonito que se llamaba Asgard y en el que, por lo visto, vivía La Patrulla.
¡¡¡Coño, que lio mas gordo, tú !!!.
En serio, esto casi me produjo un cortocircuito mental. Yo tenía que saber que pasaba allí, mis referencias estaban de lo más confuso, entre los tomitos de Vértice, con los primeros números de X-Men, el tomo de La Patrulla de editorial Surco, con la saga de Fenix Oscura y aquellos otros tres tebeos.
Esa fué una de las decisiones que me llevó a comprar aquel número 49 de La Patrulla, con el cual se inició ya de forma oficial mi coleccionismo mutante.

Mucho tiempo seguí acudiendo al puesto de Estrella, esperando encontrar más tebeos de aquel tipo, pero los resultados eran más bien escasos.
Si acaso creo que guardo un número de Los Cuatro Fantásticos y poca cosa más de aquella época.
El precio del cambio de un cuento era de cuatro duros, creo, la verdad que no lo recuerdo bien, de ahí el título de este post.
Y, cuando conseguía renovar mis tebeos de esta forma, mi visita a Oviedo se daba por satisfactoria, esperando ansiosamente la próxima vez en que podía pasarme por allí.
Cuando ya estuve un poco enterado en como iba el tema de las colecciones y demás, obviamente la cosa dejó de tener interés para mi,porque allí apenas podía encontrar nada "de lo mio", siendo mi padre el que seguía acudiendo con regularidad para el cámbio de novelas, cosa que hizo hasta que la señora se retiró y el puesto dejó de existir, hace ya unos cuantos años.
Actualmente el tema de cambio de novelas y comics está bastante en decadencia, sobre todo el de los segundos, y a uno le entra como un poco de cosilla, por aquello de la nostalgia y tal.
¡¡La de cosas raras que tienen pasado por mis manos !!
Desde un número de Metal Hurlant hasta Las Aventuras de Lily. Y encima tirados de precio, que para eso yo dejaba allí los que no me gustaban tanto.
¡¡Ahhhh, eso si que era comercio justo y lo demas son pamplinas!!.

6 Comments:

At 3:05 p. m., Blogger andresg said...

como adquiria yo los tebeos de crio? mi bendita abuela, aquellos domingos después de dar una vuelta...

 
At 3:11 p. m., Blogger IvánN Díaz said...

euh... ¿cuentos? seguro que le dices a las pivas: ey, quieres que te enseñe mi colección de cuentos? Y las ligas!!!! Aprovecha!

yo lo más que he llegado a conseguir ha sido cómics tirados de precio en el rastro de mi ciudad...

 
At 12:48 p. m., Anonymous Anónimo said...

Yo empece a comprar tebeo con packs de historietas raruisimos (envolvían con el mismo plastico cosas como juez dredd, james bond, infinity inc y el cpitan truieno)

 
At 2:02 p. m., Blogger Ira said...

yo aun tengo alguno de los transformers, otro par de ellos de los pitufos y creo que algo de mutantes... Que tiempos aquellos...

En mi caso no era un rastrillo al aire libre, sino una especie de libreria de viejo, horrible, minuscula, que olía como el demonio y cuyo tendero tenia peores pulgas que Cruella de Vill... uf. Lo que habia que aguantar para llevarse a casa un par de cosas decentes. Y encima el verdadero handicap: Que el librero no te viera hojearlos, por que pensaba que los estabas leyendo, cuando en realidad lo que hacías era comprobar que las tapas efectivamente tenian que ver con lo de dentro (a veces perdia unos y otros y los grapaba el mismo al azar) o comprobar que estuvieran todas las paginas (habia graciosos a los que les gustaba quitar las mejores paginas, no me digais por que) o lo mas dificil de todo: asegurarte de que no estaban manchados hasta lo indecible de cosas como grasa, chorizo, nocilla, barro y otras sustancias indescriptibles...

mmm

ahora que lo pienso...

no, no lo echo de menos en absoluto!

 
At 8:23 p. m., Blogger Juan Antonio del Pino said...

Para mi esa experiencia fue más bien frustrante. Yo iba con mi cargamento de cómics leídos, en perfecto estado de conservación y entraba en un cuchitril infecto,de unos 5 metros cuadrados (calle Adriano, Sevilla, para más señas, aunque supongo que ya el buen señor habría desaparecido) donde o bien los cambiaba por otros o bien los cambiaba por metálico. Siempre me pareció que perdía en el trato. Los que me llevaba de la tienda llevaban un sellito puesto ( y creo recordar que si volvías para cambiar uno de esos a la semana siguiente ya "valía" menos), anatema entre anatemas,y su estado de conservación estaba, las más de las veces a años luz de los que yo entregaba a cambio.para más INRI, el buen señor, por llamarlo algo, no era precisamente un dechado de amabilidad ni de amor por el género.
El trato en metálico fue una necesidad cuando mi señora madre dijo que ya estaba bien de cómics, que en casa ya no cabíamos la familia y los tebeos...
triste fin...tristes recuerdos...

 
At 7:44 p. m., Anonymous Anónimo said...

Había en el barrio de La Isleta en Las Palmas de G.C. un local donde yo cambiaba mis "cuentos" (sí, aquí también los llamábamos cuentos) Y todo lo que cuentan aquí me pasaba exactamente igual a mí: El dueño del local era un tío raro y amargado que no te dejaba ojear el material, el local era una cueva super oscura, normalmente los "cuentos" solían venir manchados de cualquier cosa, perdía siempre en la transacción y los que me llevaba a casa estaban marcados con un sello que los devaluaba para una próxima operación...de todas formas son unos recuerdos entrañables.

 

Publicar un comentario

<< Home