lunes, enero 23, 2006

La biblioteca de mi pueblo ( o Recuerdos de un lector rural)



Mi afición por la lectura, transmitida y alimentada desde siempre por mi padre, me viene, como a casi todo el mundo, desde la infancia.
Y buena parte de esta lectura se desarrolló, durante los primeros años de mi vida, en la biblioteca de mi pueblo.
Antes de seguir, deciros que dicha biblioteca, en un pueblo de unos 400 habitantes en la actualidad, poseía, y todavía posea, cerca de 8000 volúmenes en su tiempo. Me imagino que ahora serán unos cuantos más, pero, por razones de espacio y del local en el que la han ubicado , los expuestos al público deben de ser unos cuantos menos.
Un número de libros considerable, si tenemos en cuenta que la comarca a la que dicha biblioteca “surte” de lectura no suma más de 1500 personas.
Ya no voy a la biblioteca desde hace bastante tiempo, concretamente, desde que terminé la EGB.
Pero lo que quiero contaros es toda la etapa anterior, desde prácticamente los cinco años, que fue cuando aprendí a leer, hasta los 13, cuando dejé de ir.
Fue mi padre el que nos apuntó a mi hermano y a mi a la biblioteca, con su carnet de socio y todo ( ¿ donde habrá ido a parar?, me encanta conservar ese tipo de cosas).
Todos los niños de mi edad acudíamos con regularidad semanal a la “biblio”, que no era si no un punto de encuentro más para nuestras infantiles peripecias, para desespero de la pobre bibliotecaria y, a veces, del resto de lectores, que eran bastantes y que molestábamos con alguna que otra carrera, risa, grito o cosa similar, a costa de ganarnos no pocas broncas.
El local de la biblioteca era completamente cinematográfico.

De aquella estaba alojada en el edificio del ayuntamiento, de hecho, la sala principal de la biblioteca era el salón de plenos municipales, todo en madera, suelo incluido, con una enorme mesa en forma de “u” para acomodar a los lectores, y sillas por los dos lados.
La zona infantil estaba reservada a una mesa redonda, bastante más baja que la otra que a mi me parecía altísima, y en la que ocasiones era complicado pillar sitio, teniendo que exiliarte a la zona de “mayores” que era mucho mas sosa.
Presidiéndolo todo, una enorme mesa, ocupada por la bibliotecaria, elevada sobre una tarima, para controlar bien los movimientos de sus revoltosos lectores infantiles, que le daba un aire de dignidad y seriedad al establecimiento que daba gusto.
El ayuntamiento, si no me equivoco, data su construcción de los tiempos de la II República, así que me imagino que el mobiliario tenía los mismos años.
A este salón (se me olvidaba, porque tiene su miga) se accedía por una lúgubre y destartalada escalera, que, todo hay que decirlo, pese a resultar la cosa tan “de época” los años ya se notaban en el edificio, ahora totalmente restaurado y, también, con muchísimo menos encanto, sacrificado en pro de la funcionalidad.
Después de la escalera, un estrecho pasillo conducía al citado salón de lectura-plenos, y , en una de las paredes de este pasillo, tapizando totalmente una de sus paredes, una edición del ESPASA que, por su antigüedad, era la joya del establecimiento.
DIVAGACIÓN: los críos nos divertíamos buscando en el colosal Espasa palabrejas como “puta” , “pene”,etc,etc , para sorprendernos viendo la cantidad de acepciones que salían de tan titánica obra, con sus ejemplos explicativos y frase incluida. Ahora, me imagino que los niños pondrán puta en el buscador de google y saldrá… lo que sale . El Espasa molaba, os lo aseguro. Y era mucho más inocente. FIN DE LA DIVAGACIÓN.
Volviendo al salón, todas las paredes , menos la que era la fachada del Ayuntamiento, que es donde estaban las ventanas con unos balconcitos muy chulos, aparecían cubiertas, desde el suelo hasta el techo, por las estanterías, atacadas de libros a más no poder. Libros y más libros, clasificados por autores, colecciones, temáticas, orden alfabético o… vaya usted a saber, pues nunca conocí el criterio de nuestra insigne bibliotecaria.
Los infantiles tenían su rincón propio, cerca de la mesa redonda anteriormente citada: “Los cinco”, “Los tres investigadores”, colecciones como “El barco de vapor”, “Tus libros” y una larga lista con clásicos infantiles, así como las novedades propias de los 80, por ejemplo los de “Elige tu propia aventura” y cosas así.
Y, tranquilos, impenitentes aficionados a los tebeos, pues de estos el surtido también era amplio y variado: Asterix, Tintín, Blueberry , Lucky Luck, etc.

Y no solo de tapa dura: el Mortadelo (hasta que se terminó), el Guay, tomitos de bolsillo de Micky Mouse y Pato Donald, Pulgarcito….
Y lo más sorprendente: entre las publicaciones periódicas de carácter semanal o mensual, tipo revistas como Natura o Muy Interesante, nuestra moderna biblioteca se había adscrito a…
¡Spiderman y Transformers!. Anticipándose casi 25 años a nuestra época y, lo que ahora parece generalizarse, nosotros, rurales y tiernos infantes de entorno rural, degustábamos con regularidad semanal las aventuras de Peter Parker o de Óptimus Prime.
Como os dije al principio la asistencia infantil era masiva, y la adulta bastante elevada, desde las cinco de la tarde que abría, hasta las nueve de la noche que cerraba. En el entorno del que os hablo y os describí al principio, esto era totalmente lógico: la alternativa de diversión, principalmente en los meses de invierno, pues hay que reconocer que en verano íbamos bastante menos, no era demasiado amplia. No existían consolas, internet, ni zarandajas por el estilo. Y, encima, tus padres sabían donde estabas, vamos, que estabas “recogido” y no tirándote pedradas con los del pueblo de al lado o intentando una arriesgada (literalmente) exploración vete a saber donde.
Y, sobre todo eso, leíamos. A veces más, a veces menos, pero incluso amigos míos cuya pasión por la lectura no ha sido nunca destacada, terminaban, quizá por aburrimiento o por falta de otra cosa mejor que hacer, devorando las aventuras de Tom Sawyer o cagándose de miedo cuando volvíamos a casa tras una lectura grupal de las macabras andanzas de Exterminius en las páginas de Mortadelo.
Y ese tiempo empleado en leer, para el cual ahora los críos tienen una variedad de opciones que no por ser más amplia parece ser más satisfactoria , ya de mayores se nota.
Os lo aseguro.

4 Comments:

At 9:54 a. m., Anonymous Anónimo said...

Os acojonaba Exteminius? Vaya generación mas blanda XP

 
At 11:34 a. m., Blogger IvánN Díaz said...

blandengues!!

Yo no tuve nunca una biblioteca cerca de casa... por eso soy friki X_X

XD

PD: me voy de viaje unos días y tú vas y posteas todos y cada uno de ellos? Me quieres matar a leer no?

 
At 3:00 p. m., Blogger Ira said...

Me ha gustado muchisimo este post... Enhorabuena Redivivo. Ha sido genial.. Me ha hecho recordar mis propios tiempos de Biblioteca... que recuerdos...

Sabias que cuando me portaba mal mis padres me castigaban confiscandome el carnet de la Biblioteca? que crueles... sinf...

 
At 12:18 a. m., Anonymous Anónimo said...

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