Confesiones de un maltratador de Tebeos.

Sí, lo reconozco, yo fuí un maltratador de comics adolescente.
Los tebeos eran importantísimos para mi, por lo mucho que me gustaban las historías que en su interior aparecían, pero su estado físico, su condición material, me daban totalmente igual.
Tened en cuenta que, al no conocer a otros coleccionistas o aficionados en persona, mi visión sobre el mundo del cómic era la única que creía posible.
Era, por así decirlo, una especie de Todopoderoso en su propio universo, ignorando lo que habia más allá.
Con esto, y sumándoles los avatares propios de las posesiones de un chavalete de 14 o 15 años con un sentido del orden no precisamente muy desarrollado, los pocos comics que atesoraba por aquel entonces sufrieron todo tipo de penurias.

Desde llevármelos al campo TODOS ELLOS (hay que reconocer que al principio, y hasta que se me quitó esta costumbre serian un par de docenas, pues luego ya era físicamente imposible hacerlo), para leerlos y releerlos en plena naturaleza, hasta colocarlos por el suelo de mi habitación, para contemplar subido en la cama sus portadas.
A esto se unía que de aquella los tenía apilados en un huequecito debajo de una estantería, en el suelo, pues mis tebeos no tuvieron una balda propia hasta pasados muuuuchos años, y a costa de ser muy pesado con mis progenitores.
El manoseo constante por parte de mi hermano y mio empezó a tener sus efectos, y buena prueba de todo ello es el estado de los lomos de esa primera parte de mi colección.
Y, por supuesto, el amarilleado de sus ojas en esa misma etapa nos hace pensar en auténticos papiros egipcios cada vez que abrimos uno.
Porque...¿que coño sabía yo de bolsitas protectoras cual condon comiquil?.
Al aumentar el número de comics, aumentó un poquito mi atención hacia a ellos, supongo que porque empezaba a valorarlos y no quería perderlos o que se deteriorasen hasta el punto de no hacer posible su lectura.

De todas formas, y cuando supe, a través de los correos como siempre se hacía en aquella época, de las famosas bolsitas, la idea me pareció espantosa. ¿ Como hiba yo a tener a mis queridos amigos allí encerrados?. ¿ Y si me entraba una urgencia y tenía que releer la primera saga del Nido a toda velocidad?. Que lio, habría que quitar la bolsita antes de empezar a hacerlos y eso lleva muuucho tiempo.
La cosa que, pese a todo, ya los mimaba y trataba con más delicadeza en el momento de deja de coleccionar.
Luego, como ya sabeis los que seguís este blog ( y si no miraros los primeros post, os aseguro que hay testimonios impresionantes de las penurias de mis tebeos), se fueron a parar a las famosas cajas donde estuvieron recluidos diez años.
Vuelta a recuperar mi afición, a día de hoy, veo el estado de aquella primera época de mi colección y la verdad, para la mayoría de vosotros estaría en un estado pésimo.
Y de echo, es así. Pocos , o ningún coleccionista, aceptarían algunos de esos comics por lo degradados que están.
A ver, no es que se caigan a trozos , pero, viendo como está el material que circula por ahí, da pena y dolor verlos.
A raíz de esto, me he vuelto mucho mas cuidadoso con mis tebeos.

Nada de doblarlos para leerlos, por muy cómodo que sea ( sí, yo los doblaba hasta que crujían las páginas, lo confieso).
Nada de ponerlos a la luz del sol, o amontonados sin ton ni son.
Y, para colmo, me estoy pensando en empezar a meterlos en condones tebeiles, al menos esos primeros números que ya están tan pachuchos los pobres.
Lo que cambia uno.....
Y todo a raiz de un shock que tuve.
La cosa sucedió de la siguiente manera.
Tras llegar a un trato con una persona para la compra de unos comics, que a mi me parecían una oferta increible, al final le pregunté que por qué los dejaba tan baratos. El chico me respondió que porque su estado, osea, calidad de conservación, era medio, y que le resultaba dificil venderlos.
Tras esto, y con mucha vehemencia, me dijo que si, una vez yo los recibiese y viese como estaban de calidad, no me parecía la adecuada, se los devolviese, pues sabía de sobra que estaban mal y patatin y patatan.
En fin, que yo, un poco acojonado, pues según me lo contaba esperaba recibir poco más que recortes de periódico, esperé que llegase el paquete.
Y...¡ Oh sorpresa! , al abrirlo veo que aquellos comics no solo están cada uno en su correspondiente bolsita, si no que todos ellos se encuentran en mejor estado de conservación que casi cualquiera de los mios.
Evidentemente, no solo no le devolví el paquete, si no que le dije que sus comics, al menos para mi, estaban increiblemente bien conservados y mantenidos, a lo cual me respondió que eso era porque no conocía a algunos coleccionistas.
Con todo y con esto, y un poco por orgullo personal, he decidido conservar un poquito mejor mis comics.
Y tambíen porque si no, un dia de estos, no van a servir ni para envolver un bocadillo...